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viernes, 3 de junio de 2022cermi.es semanal Nº 484

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Cuarto de invitadas

Julia Ramírez Blanco, historiadora del Arte

"Muchas mujeres eran confinadas dentro de instituciones psiquiátricas porque molestaban a sus padres o maridos"

Por Esther Peñas

03/06/2022

En 1922, en pleno florecimiento de las vanguardias europeas, el psiquiatra Hans Prinzhorn publicó ‘Expresiones de la locura’, en el que analiza y recapitula numerosísimas obras de arte realizadas por personas recluidas en distintos manicomios, creaciones sobre tela, papel higiénico, material de derribo, hechas con pintura, con miga de pan, hilo, lana e incluso con sangre. De las obras se habla con una dignidad que hasta entonces les era negada y que fue clave para derivar en categorías posteriores como «art brut» o «outsider art». El poeta surrealista Paul Éluard lo calificó como «el libro de imágenes más bello que ha existido».

Julia Ramírez Blanco, historiadora del ArteAhora, la editorial Cátedra lo reedita, y Julia Ramírez Blanco, historiadora y crítica de Arte, lo prologa. Con ella hablamos sobre este documento fascinante, intenso, conmovedor.

 

¿Podría diferenciarse, inequívocamente, una obra de arte realizada por un loco?

 

No. Las personas diagnosticadas con algún tipo de trastorno tienen todo tipo de prácticas creativas (o carecen de ellas). Igual que las personas no diagnosticadas. Más bien, lo que tendemos a encontrarnos en la historia del arte producido en instituciones psiquiátricas, son las limitaciones técnicas de quien carece de formación y de medios materiales para realizar su obra. Y, paradójicamente, esto genera soluciones estéticas enormemente creativas.

 

Hoy en día, ¿puede seguir hablándose de art brut?

 

Creo que sí, que sabiendo que se trata una categoría histórica, puede seguir empleándose como tal: entendiéndola como una palabra que acuñó el artista Jean Dubuffet y que tenía que ver también con su propia teoría estética. El art brut es una construcción cultural, evocadora, llena de metáforas, y también de estereotipos que contemplan a niños, enfermos mentales, o personas con poca cultura como si fueran seres humanos intrínsecamente distintos a los demás, algo que no es cierto.

 

¿Cuál es la aportación de este arte otro al arte en general?

 

La aportación de este arte tiene que ver con una creatividad fuera de las tendencias que se sigue en el medio artístico, de algún modo se trataba de «aire fresco» estético. Otra aportación fundamental es la idea de que el arte no es una tarea de especialistas, sino que la creación es algo propio de todos los seres humanos. Incluso aquellos a los que el sistema médico ha privado de su libertad, pueden recuperarla por un rato a través de la creatividad.

 

¿Qué sería de este arte sin el rescate del surrealismo?

 

Creo que la pregunta podría hacerse al revés: ¿qué habría sido del surrealismo sin el arte producido por las personas que habitaban los manicomios? En cualquier caso, ya había habido en el siglo XIX una recuperación de las obras de manicomio por parte del romanticismo, aunque se centraba más en los textos que en las imágenes. Dentro del ciclo de las vanguardias, en el que los distintos grupos artísticos fueron buscando fuentes de inspiración más allá del canon normativo del arte europeo, era lógico que esta búsqueda acabara llegando a la creatividad de los pacientes de los hospitales psiquiátricos.

 

¿Qué características debían de tener estas obras para ser calificadas de ‘arte degenerado’ (etiqueta que, además de las de los alienados, abarcaba a nombres como Klee, Belmer, etc.)?

 

«Arte degenerado» fue la etiqueta que se dio durante el régimen nazi al arte de vanguardia: para denigrarlo se comparó la obra de artistas como Klee con las creaciones de manicomio. En general, los nazis expresaron un visceral rechazo al arte que no representaba la realidad de manera clasicista e idealizada, oponiéndose a todo arte que no siguiera la estética grecolatina. La expresividad fuerte, los rasgos exagerados, o la abstracción eran para ellos un signo de «degeneración», que igualaba a artistas de vanguardia y a personas diagnosticadas con alguna enfermedad mental.

 

¿Hay maneras particulares de ellas frente a ellos en la locura? Es decir, ¿podemos encontrar marcas de género en la obra?

 

Las mismas que en el resto de creatividad visual: también dentro del canon del arte marginal ha habido más hombres que mujeres, a pesar de que ellas han realizado obras muy potentes. Muchas mujeres eran confinadas dentro de instituciones psiquiátricas porque «molestaban» a sus padres o maridos: el diagnóstico represivo era una constante, y afectaba a aquellas mujeres que de un modo u otro se salían del comportamiento que se esperaba de ellas. Hay algunas obras desgarradoras: un ejemplo son las cartas de Emma Hauck en las que se repite, superponiendo las letras hasta hacerlas ilegibles, la frase «Komm Herzenschatz, komm» («Ven, tesoro»), dirigida al marido que la ha confinado en el hospital. Otras mujeres trabajaron con el textil, como la hermosa chaqueta bordada con palabras por Agnes Richter. En el caso de las mujeres estamos hablando de una doble opresión: la de la institución médica y la del propio patriarcado, con sus expectativas limitantes y su tendencia a patologizar toda disidencia.

 

Una de las cuestiones que plantea en su prólogo es que las obras de los alienados no están disociadas del contexto en el que se producen (compulsividad, irracionalidad, primitivismo, figuración, psicodelia…) ¿podría ahondar un poco en esta idea?

 

Realmente, no es que exista un supuesto arte de los locos. Este (como la propia idea de locura lo es también), es de nuevo una construcción cultural. En el arte de los enfermos mentales, quienes estaban supuestamente cuerdos buscaban ciertas cosas, ciertos elementos de «diferencia», y es ese el arte «alienado» que se hizo célebre. Sin embargo, muchas personas diagnosticadas hacían un arte realista y de apariencia serena.

 

¿Hay un vínculo mayor entre un paciente y su obra que entre un artista y la suya?

 

Creo que no tiene por qué haberlo.

 

De todos los artistas alienados, ¿por cuál siente preferencia y por qué?

 

Me gusta mucho Katharina Detzel, una mujer anarquista que había realizado varios abortos y probablemente estaba internada más por insurgente que por «loca». Esta mujer, a partir de la tela y de la paja de su colchón, fabricó un muñeco masculino que con su barba y sus gafas se cree que podría ser una caricatura de los psiquiatras. Su gesto desafiante me parece maravilloso.

 

¿Hasta qué punto la expresión artística sostiene a los locos?

 

Cuando empecé la investigación relacionada con el libro de Hans Prinzhorn, pensé que me iba a resultar muy duro. Sin embargo, estas formas de creatividad realmente representaban la dimensión de escapatoria, expresión o incluso juego de personas que básicamente estaban encarceladas.

 

El arte-terapia, ¿pervierte la obra en sí?

 

El arte siempre ha tenido funciones, aunque a menudo estas hayan sido simbólicas en la tradición de occidente. No creo que la función «sanadora» pervierta la creatividad, solamente la sitúa en otro marco.

 

¿Hay algún género (pintura, objetos, escritura, dibujo) o material por el que sientan preferencia los alienados?

 

En la época de Prinzhorn, tenían muy pocos materiales a mano, así que era frecuente el dibujo sobre superficies desechadas, el collage o incluso la escultura con migas de pan. Hoy en día, que la arte-terapia está más desarrollada, pueden disponer prácticamente de los mismos materiales que otros tipos de creadores.

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